El domingo pasado perdimos 51-38 contra Boskozaleak. Fuimos ocho pero no fue nadie. Nos quedamos encerrados en el vestuario en el que luego quedaríamos encerrados. Al final, lo que se ve reflejado es lo que nos transmitimos unos a otros: mierda. Y está en nuestras manos cambiarlo; si queremos aprender aprenderemos, y si queremos mejorar tendremos que dar algo todos para cambiar la situación. Ahora es cierto que de vez en cuando metemos algún tiro más… Pero en el otro lado de la cancha somos el segundo que más puntos encaja por partido de nuestro grupo.
A estas alturas de la temporada es obvio que ya no aspiramos a nada más que a eso que deberíamos ser: un equipo.